11 de noviembre 2020 | Devoción Matutina para Damas 2020 | Alzo mis manos

 

UN DÍA A LA VEZ

Lecturas Devocionales para Mujeres 2020

 

«Toda mi vida te bendeciré, y a ti levantaré mis manos en oración“ (Sal. 63:4).

 

Las distintas culturas del mundo tienen sus peculiaridades. Por ejemplo, hay una muy interesante de los cabécares que descubrimos en nuestros esfuerzos misioneros con ellos. Fruto de la convivencia que hemos compartido nos dimos cuenta de que, para ellos, ponerse de rodillas es señal de derrota. Por esa razón les cuesta unir los conceptos de orar a Dios y estar de rodillas. No es que les cueste aceptar a Cristo, muchos le han entregado su corazón, pero culturalmente una posición de derrota no encaja con un acto de victoria y poder como es orar. En su mentalidad, orar debe hacerse de pie y con los brazos extendidos hacia el cielo, que es su manera de representar la victoria.

En la cultura del Antiguo Testamento, alzar las manos era la actitud común para la oración. Lo vemos, por ejemplo, en los siguientes pasajes: «Toda mi vida te bendeciré, y a ti levantaré mis manos en oración» (Sal. 63:4). «Oye mis gritos cuando te pido ayuda, cuando extiendo mis manos hacia tu santo templo» (Sal. 28:2). «Levantemos nuestros corazones y manos a Dios en Los cielos» (Lam. 3:41, RVR). «¡Eleven sus manos al santuario y bendigan al Señor!» (Sal. 134:2). «Sea mi oración como incienso en tu presencia, y mis manos levantadas, como ofrenda de la tarde» (Sal. 141:2).

No podemos negar el hecho de que las costumbres culturales que nos rodean, por lo general, poco tienen que ver con la cultura bíblica. En nuestra mano está acudir cada día al libro de los libros para empaparnos de sus principios y valores, e intentar ponerlos en práctica en nuestra vida de una forma que tenga sentido hoy. No se trata de luchar contra la cultura que nos rodea, sino de aportar a ella una luz, un sabor diferente, que derivan de la vivencia personal de las verdades del evangelio. Se trata de poner nuestro granito de arena a través del diálogo, de nuestro ejemplo y de nuestra defensa de las Escrituras, compartiendo con quienes nos rodean este libro que los ayudará a crecer como nos ha ayudado a nosotras. Por lo demás, nuestra parte es amar sin juzgar; cada persona tiene su proceso de conversión, que lleva su tiempo y avanza a su ritmo.

Hoy, bien sea postradas de rodillas o de pie y con los brazos extendidos hacia el Cielo, oremos con fe al Señor antes de salir de casa.

 

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020



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