11 de agosto 2020 | Devoción Matutina para Jóvenes | Davy Crockett
Porque este hijo mío estaba muerto y ahora ha vuelto a la vida; estaba perdido y ahora ha sido encontrado. Lucas 15:24.
El corazón le latía apresuradamente a Davy Crockett, de quince años de edad, al transitar los familiares senderos cerca del río Nolichucky, en lo que ahora es el Estado de Tennessee. El mismo aire olía a casa. Ese atardecer, se detuvo por unos momentos frente a una cabaña de troncos, deteriorada por las inclemencias del tiempo. Varios carretones estaban estacionados frente al lugar. Un letrero tallado a mano en madera colgaba de la puerta. Decía: «La taberna de Crocket: Hospedaje y alimentos”.
-No puedo hacerlo -se dijo Davy moviendo la cabeza-, ¿Qué, si no se acuerdan de mí? Después de todo, ¡han pasado dos años!
Desde que se fue, le parecía como si hubiera sido ayer. Entonces contaba solo trece años de edad y asistía por primera vez a la escuela. El cuarto día, le había pegado a un niño. Por temor a la paliza que le propinaría el director de la escuela, se escondió en el bosque. Cuando su padre se enteró de lo sucedido, prometió también darle su merecido al día siguiente si Davy no acudía a la escuela. Ante la amenaza de dos palizas, consiguió trabajo con un señor que debía llevar una manada de vacas al Estado de Virginia. Ahora estaba de regreso en casa. ¿Cómo lo recibirían?
«Tendré que entrar como cualquier forastero -pensaba Davy-, Tal vez, ni siquiera me reconozcan. En efecto, no lo reconocieron. Después de todo, hacía tiempo que lo habían dado por muerto. No fue sino hasta que estuvieron sentados alrededor de la mesa para cenar que su hermana mayor lo reconoció.
-¡Davy! -gritó, corriendo al otro lado de la mesa para darle un fuerte abrazo- ¡Davy, mi hermanito perdido! ¿Dónde has estado?
-¡No lo puedo creer! -decía su madre entre sollozos-, ¡Todo este tiempo… Y pensábamos que habías muerto! ¡Qué gusto me da que hayas vuelto!
Más tarde, Davy escribió: «El gozo manifestado por mi familia por mi retorno fue tal que me humilló. Me entristeció el no haber hecho frente a cien palizas antes que abandonarlos y someterlos a tanto sufrimiento innecesario».
Davy había experimentado lo que sintió el hijo pródigo cuando regresó a casa. El amor y la aceptación demostrados aquella noche son los mismos que cada pecador arrepentido experimenta al regresar a la casa de su Padre.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2020
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