1 de septiembre | Hijos e Hijas de Dios | Elena G. de White | Colaborar en la construcción
«Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios».
1 Coñudos 3: 9, RVC
SI TAN SOLO PUDIERAMOS damos cuenta de que el Dios del cielo se dirige a los que se han rebelado contra su gobierno, y les dice: «Ustedes pueden ser mis colaboradores», hoy mismo nos consagraríamos a él. […] ¿No es maravilloso que podamos recibir el llamamiento de gracia divina y trabajar en armonía con él? ¿Qué espera Dios de nosotros, pobres, débiles y vacilantes como somos? ¿Qué puede hacer él con nosotros? Pues todo, si estamos dispuestos a entregarle a él todo.
Cuando el Señor me llamó para trabajar por él, yo era muy jovencita y me preguntaba a mí misma: «¿Qué puedo hacer yo?». El me dijo: «Sigue mis indicaciones». Eso es todo lo que cualquiera de nosotros necesita hacer. Quiero decirles lo que cada uno de nosotros, desde el mayor hasta el menor ha de hacer: Podemos cooperar con Dios, (…) y los unos con los otros. (…) No necesitaremos preocuparnos por complacernos a nosotros mismos; pues nos daremos cuenta de que somos responsables por la influencia que ejercemos. (…)
«Somos compañeros de trabajo al servicio de Dios, y ustedes son un sembrado y una construcción que pertenecen a Dios» (1 Cor. 3: 9, DHH). ¡Pensemos en ello! El Señor trata de modelar la mente en la misma forma como se labra la tierra. Procura sembrar semillas que llevarán fruto para su gloria. Somos una «construcción que pertenecen a Dios». Pero él no edifica descuidadamente para nosotros.— The Youth’s Instructor, 3 de mayo de 1900.
Si consagramos nuestra vida al servicio de Dios, nunca podremos vemos en una situación para la cual él no haya hecho provisión.—Palabras de vida del gran Maestro, cap. 16, p. 159.
jesús ha abierto toda la divina plenitud de su inefable amor y nos declara: «Somos colaboradores de Dios».— Carta 1, 1894.
DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White
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