1 de Octubre | La maravillosa gracia de Dios | Elena G. de White | Como creció Jesús
Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él. Lucas 2:40.
El, la Majestad del cielo, el Rey de gloria, se hizo criatura en Belén, y representó por un tiempo a la infancia impotente que depende del cuidado materno. En su niñez habló y se condujo como niño, honró a sus padres, y cumplió los deseos de ellos para ayudarles. Pero a partir del primer destello de inteligencia, fue creciendo constantemente en gracia y en conocimiento de la verdad.
Los padres y maestros debieran proponerse cultivar de tal modo las tendencias de los jóvenes que, en cada etapa de la vida, éstos representen la debida belleza de ese período, que se desarrollen naturalmente, como lo hacen las plantas del jardín.—La Educación, 102, 103. (Traducción revisada.)
Durante su infancia, Jesús manifestó una disposición especialmente amable. Sus manos voluntarias estaban siempre listas para servir a otros. Revelaba una paciencia que nada podía perturbar, y una veracidad que nunca sacrificaba la integridad. En los buenos principios era firme como una roca, y su vida revelaba la gracia de una cortesía desinteresada.
Con profundo interés, la madre de Jesús miraba el desarrollo de sus facultades, y contemplaba la perfección de su carácter. Con deleite trataba de estimular esa mentalidad inteligente y receptiva. Mediante el Espíritu Santo recibió sabiduría para cooperar con los agentes celestiales en el desarrollo de este niño que no tenía otro padre que Dios… De labios de ella y de los rollos de los profetas, aprendió las cosas celestiales. Las mismas palabras que él había hablado a Israel por medio de Moisés, le fueron enseñadas sobre las rodillas de su madre… Delante de él se extendía la gran biblioteca de las obras de Dios. El que había hecho todas las cosas, estudió las lecciones que su propia mano había escrito en la tierra, el mar y el cielo… Le acompañaban los seres celestiales, y se gozaba cultivando santos pensamientos y comuniones. Desde el primer destello de la inteligencia, estuvo constantemente creciendo en gracia espiritual y conocimiento de la verdad.—El Deseado de Todas las Gentes, 49-51.
DEVOCIONAL LA MARAVILLOSA GRACIA DE DIOS
Elena G. de White
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