1 de Octubre | Hijos e Hijas de Dios | Elena G. de White | Beber de buena fuente
«En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad». Juan 1: 4, DHH
EL SEÑOR HA HECHO todas las provisiones necesarias para que podamos tener una experiencia rica, abundante y gozosa. Juan escribe acerca de Cristo: «La Palabra le dio vida a todo lo creado, y su vida trajo luz a todos» (Juan 1: 4, NTV). La vida se asocia con la luz, y si no recibimos luz del Sol de Justicia, no podemos tener vida en él. Pero esta luz le ha sido proporcionada a todo el mundo, y las tinieblas nos envuelven solamente cuando nos alejamos de ella. Jesús dijo: «El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8: 12, NBD).
En el mundo que nos rodea no puede existir vida sin luz. Si el sol retirara sus rayos, perecería toda la vegetación y la vida animal. Esto ilustra el hecho de que no podemos tener vida espiritual a menos que nos coloquemos bajo los rayos del Sol de Justicia. Si dejamos una planta florida en un cuarto oscuro, pronto se marchitará y morirá; del mismo modo podemos poseer cierta cantidad de vida espiritual y perderla por morar en una atmósfera de dudas y oscuridad. […]
«De la Palabra nace la vida, y la Palabra, que es la vida, es también nuestra luz» (Juan 1: 4, TLA). […]
Somos llamados, como lo fue Juan, no a ocupar el lugar de Cristo, sino a testificar de la luz, a dirigir los pensamientos de las gentes hacia él, diciéndole a todo el mundo: «Ahí tienen ustedes al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1: 29, LPH). ‘
Que nadie que dé testimonio en favor de Cristo se destaque a sí mismo, y procure atraer la atención de la gente hacia su propia persona; sino que se ha de esforzar en ensalzar a Jesús, hasta que todas las adhesiones y todos los afectos sean conducidos hacia el Salvador del mundo.— The Youth’s Instructor, 25 de mayo de 1893.
DEVOCIONAL ADVENTISTA
HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White
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