1 de noviembre 2025 | Devoción Matutina para Damas 2025 | ¿De verdad te falta una «pala»?
«Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; tú me formaste en el vientre de mi madre» (Salmo 139: 13).
Cuenta el escocés Ernest Gordon en su libro autobiográfico Milagro en el río Kwai; que cierto día, durante la Segunda Guerra Mundial, a los soldados escoceses prisioneros de guerra en un campo de trabajos forzados en Japón, les faltó una pala en el conteo de herramientas. Un guardia japonés, airado por ese motivo, los apuntó con su arma y amenazó con matarlos a todos si no la encontraban. Uno de los soldados escoceses, al ver el trágico fin que les esperaba, dio un paso al frente. El guardia japonés lo golpeó con una pala hasta matarlo. Cuando se hizo un nuevo recuento de las herramientas, se dieron cuenta de que no faltaba ninguna. La primera vez habían contado mal.
Un mal conteo terminó con la vida de un hombre inocente. De manera similar, muchos sueños mueren en las mentes de las mujeres porque no encontraron una «pala». Muchas no logran encontrar la belleza de sus virtudes y matan su autoestima. Lo más trágico es que, lo que no encontraron, siempre estuvo allí. No faltaba; era cuestión de concentrarse para hallar esa sonrisa bonita, esa voz amable, esos ojos radiantes y esas cualidades que, como mujeres, en ocasiones damos por perdidas. Tengo una amiga a la que, si alguien le dice que tiene una bonita sonrisa, responde: «Mi sonrisa es fea».
No le gusta hablar por teléfono porque cree que su voz es fea. Cierto día, mientras conversábamos, hizo un comentario negativo de sí misma. Yo le dije:
«Te prohíbo que vuelvas a decir que lo que hay en ti es feo».
¿Qué cualidades hay en ti que no estás valorando? Así como es, tu nariz es linda; así como es, tu sonrisa es linda; grandes o pequeños, claros u oscuros, tus ojos son lindos; lacio o rizado, tu cabello es lindo; blanca o morena, tu piel es linda. Toda tú eres linda, no te falta ninguna «pala». No te falta nada. Tu belleza es completa porque es el molde que Dios usó contigo cuando te formó en el vientre de tu madre. Eso te hace única e irrepetible.
Concéntrate en lo que eres, en lo que tienes. Con acción de gracias a Dios, haz una lista de tus virtudes y cualidades. Te sorprenderá cuántas «palas» que creías perdidas logras encontrar en ti, porque Dios las puso ahí.
Posdata: Feliz por lo que soy.
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