9 de enero | Devocional: Una religión radiante | Los misericordiosos

«No debes despreciar al amigo; ¡si eres bueno con los pobre. Dios te bendecirá!». Proverbios 14: 21, TLA

«A LOS POBRES SIEMPRE LOS TENDRÁN con ustedes, y podrán ayudarlos cuando quieran» (Mar. 14:7, NVI), dijo Jesús; y el apóstol Santiago añade: «La religión pura y sin contamina’ ción que Dios sí acepta, es esta: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus dificultades y no dejarse influenciar por la maldad del’mundo» (Sant. 1: 27, PDT). Al poner entre ellos a los desamparados y a los pobres, para que dependan de su cuidado, Cristo prueba a los que dicen ser sus discípulos. Por nuestro amor y servicio en favor de sus hijos necesita- dos revelamos lo verdadero de nuestro amor hacia él. Desatenderlos equivale a dec laramos falsos discípulos, extraños a Cristo y a su amor. […]
Jesús procuró corregir el erróneo criterio con el que el mundo valora a los demás. Se puso de parte de los pobres, para poder borrar de la pobreza el estigma que el mun lo había echado sobre ella; la limpió para siempre del oprobio al bendecir a los pobres, herederos del reino de Dios. […]
Jesús convivió con los más humildes. No tuvo en cuenta las falaces distinciones de la sociedad. No admitía la discriminación por el origen o la clase social, ni por la fo mina, ni por los talentos naturales o por el nivel cultural. […] Comía con publícanos y pecadores, y andaba entre la gente común y corriente, pero siempre sin concesiones morales, para inculcar a todos los sanos principios y valores por medio de sus enseñanzas y su ejemplo, y para elevar a la gente por encima de la mundanalidad y la corrupción.— El ministerio de curación, cap. 13, p. 126-132, adaptado.
Al abrir nuestra puerta a los necesitados y afligidos […], estamos dando la bi a los ángeles invisibles y aceptando la compañía de los seres celestiales, que nos traen una atmósfera de gozo y de paz santificados. Vienen con alabanzas en los labios, y una nota de respuesta se oye en el cielo. Cada acto de misericordia produce música allí. Desde su trono, el Padre cuenta entre sus más preciosos tesoros a quienes actúan con abnegación.— El Deseado de todas las gentes, cap. 70, p. 609.

Mi reflexión personal

UNA RELIGIÓN RADIANTE
Reflexiones diarias para una vida cristana feliz
Elena G. de White

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