8 de marzo | Devocional: Hijos e Hijas de Dios | La aflicción nos enseña

«Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación». 2 Corintios 4:17, NBLH

AUNQUE EL SEÑOR no prometió eximir a su pueblo de tribulaciones, le prometió algo mucho mejor. Le dijo: «Tendrás […] tantas fuerzas como días de vida». «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (Deut. 33: 25, RVC; 2 Cor. 12:9). Si somos llamados a entrar en el homo de fuego por amor de Jesús, él estará a nuestro lado, así como estuvo con los tres fieles jóvenes en Babilonia. Los que aman a su Redentor se regocijarán por cada oportunidad de compartir con él la humillación y el oprobio. El amor que sienten hacia su Señor dulcifica el sufrimiento por su causa.
En todas las épocas, Satanás ha perseguido a los hijos de Dios. Los atormentó y ocasionó su muerte; pero al morir alcanzaron la victoria. En su constante fe se reveló Uno que es más poderoso que Satanás. El diablo podía torturar y matar el cuerpo, pero no podía tocar la vida escondida con Cristo en Dios. Podía encarcelar, pero no podía subyugar el espíritu. Más allá de la lobreguez, podían ver la gloria y decir: «No tengo dudas de que las aflicciones del tiempo presente en nada se comparan con la gloria venidera que habrá de revelarse en nosotros» (Rom. 8: 18, RVC). […]
La iglesia de Dios, perseguida y aborrecida por el mundo, es instruida y disciplinada en la escuela de Cristo. En la tierra, sus miembros transitan por sendas estrechas y se purifican en el homo de la aflicción. Siguen a Cristo a través de conflictos penosos; se niegan a sí mismos y sufren tristes desilusiones; pero los dolores que experimentan les enseña la malignidad y las calamidades del pecado, al que miran con aborrecimiento. Siendo participantes de los padecimientos de Cristo, están destinados a compartir también su gloria.— El discurso maestro de Jesucristo, cap. 2, pp. 53-55.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White

(1487)

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