6 de Octubre | Hijos e Hijas de Dios | Elena G. de White | Como buenos hermanos, hijos de Dios
«Ustedes han confiado en Jesucristo, y por eso todos ustedes son hijos de Dios. Porque cuando fueron bautizados, también quedaron unidos a Cristo, y ahora actúan como él. Así que no importa si son judíos o no lo son, si son esclavos o libres, o si son hombres o mujeres. Si están unidos a Jesucristo, todos son iguales».
Gálatas 3: 26-28, TLA
NUNCA ENCONTRAREMOS dos personas idénticas. Entre los seres humanos como en el mundo natural existe la diversidad. La unidad en la diversidad entre los hijos de Dios, la manifestación de amor y tolerancia, a pesar de las diferencias de temperamento, es el testimonio de que Dios envió a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores.— Manuscrito 99, 1902.
La unidad que debe darse entre Cristo y sus discípulos no destruye la personalidad del uno ni del otro. Son uno en mente, propósito y carácter, pero no en persona. Todos los creyentes individualmente, al someterse a la ley de Dios y participar de su Espíritu, llegan a ser «participantes de la naturaleza divina» (2 Ped. 1: 4). Cristo conduce a sus discípulos a una unión viva consigo mismo y con el Padre.
El ser humano se completa en Cristo Jesús mediante la obra del Espíritu Santo en su mente. La unidad con Cristo establece un vínculo de unión de los unos con los otros. Esta unidad es para el mundo la prueba más convincente de la majestad y la virtud de Cristo, y de su poder para quitar el pecado.— Manuscrito 111, 1903.
Los poderes de las tinieblas tienen poca cabida entre los creyentes que se aman mutuamente como Cristo los amó, que rehúsan crear divisiones y contiendas, que permanecen unidos, que son bondadosos, tolerantes y compasivos, fomentando «la fe que obra por amor» (Gál. 5: 6) y purifica el alma. Debemos poseer el Espíritu de Cristo, o no somos de él.— Manuscrito 103, 1902.
En la unidad radica la fortaleza; de la división nace la debilidad.— Carta 31,
.
DEVOCIONAL ADVENTISTA
HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White
(1167)
