30 de junio | Devocional: Hijos e Hijas de Dios | La mejor herencia

«Para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para vosotros». 1 Pedro 1: 4, BA

NUESTRAS PETICIONES A DIOS no debieran proceder de corazones llenos de aspiraciones egoístas. El Señor nos exhorta a elegir los dones que redundarán para su gloria. Desea que elijamos lo celestial en lugar de lo terreno. El pone de manifiesto ante nosotros las posibilidades y ventajas de un intercambio celestial. Fortalece nuestros propósitos más elevados, y da seguridad a nuestro tesoro más preciado.

Cuando se dejen de lado las posesiones mundanales, el creyente se regocijará en su tesoro celestial, las riquezas que no se pueden perder en ninguna catástrofe terrenal.— Review and Herald, 16 de agosto de 1898.

Qué triste es que los seres humanos se aparten de su herencia inmortal, y vivan para gratificar el orgullo, el egoísmo y la ostentación, y al someterse a las leyes de Satanás pierden la bendición que podrían recibir tanto en esta vida como en la venidera. Podrían entrar en las mansiones del cielo, y así entrar en comunión en términos de libertad e igualdad con Cristo y los ángeles celestiales y con los príncipes de Dios, y aunque parezca increíble, se apartan de los atractivos celestiales. […]

Satanás contiende por las almas de los seres humanos. […] No desea que lancen una mirada a la honra futura, a las glorias eternas, preparadas para los que habitarán en el reino de Dios, o que gusten la experiencia que significa un anticipo de la felicidad celestial.

Los que aceptan a Cristo como su Salvador personal tienen la promesa de vida para ahora y para la eternidad. […] El más humilde discípulo de Cristo puede ser ciudadano del reino de los cielos, heredero de una herencia incorruptible y eterna. Ojalá todo el mundo escogiera el don celestial, convirtiéndose en herederos de Dios de aquella posesión cuyo título está asegurado contra todo y contra cualquier destructor, una vida sin fin. ¡Ojalá nadie escogiera los bienes terrenales, sino los bienes superiores! Apresúrense y prosigan perseverantes para alcanzar el premio al supremo llamamiento de Cristo Jesús.— Fundamentáis of Christian Education, pp. 234-235.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS

Elena G. de White

(1396)

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