3 de diciembre | Hijos e Hijas de Dios | Elena G. de White | Hijos y herederos por Cristo

«Yprueba de que ustedes son hijos es que Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a sus corazones; y el Espíritu clama: “¡Abba!”, es decir, “¡Padre!”. Así que ya no eres esclavo, sino hijo. Y como hijo que eres, Dios te ha declarado también heredero». Gálatas 4: 6-7, LPH

LOS GÁLATAS ERAN IDÓLATRAS, pero cuando los apóstoles los evangelizaron, se gozaron en el mensaje que les prometía libertad de la servidumbre del pecado. Pablo y sus colaboradores proclamaron la doctrina de la justificación por la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo. Presentaban a Cristo como Aquel que, al ver la situación de impotencia de la humanidad caída, vino a redimir a los seres humanos viviendo una vida de obediencia a la ley de Dios y pagando la penalidad de la desobediencia. Y a la luz de la cruz, muchos que nunca habían conocido al Dios verdadero, empezaron a comprender la grandeza del amor del Padre.
Así les fueron presentadas a los gálatas las verdades fundamentales concernientes a «Dios el Padre», y a «nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre». Y «por el oír de la fe», recibieron el Espíritu de Dios, y llegaron a ser «hijos de Dios por la fe en Cristo» (Gál. 1: 3-4; Rom. 10: 17; Gál. 3: 26).
Pablo vivía de tal manera entre los gálatas que pudo decirles: «Hermanos, les ruego: sean como yo» (Gál. 4: 12, DHH). Sus labios habían sido tocados con «un carbón encendido tomado del altar» (Isa. 6: 6), y fue habilitado para sobreponerse a las debilidades corporales y presentar a Jesús como la única esperanza del pecador (2 Cor. 12: 7-9; 1 Cor. 2: 3; Col. 1: 24-27). Los que lo oían se daban cuenta de que había estado con Jesús. Dotado de poder de lo alto, era capaz de exponer las «verdades espirituales en términos espirituales» (1 Cor. 2: 13, NVI) y de derribar las fortalezas de Satanás (2 Cor. 10: 4, NVI). Los corazones eran conmovidos por la presentación del amor de Dios, como estaba revelado en el sacrificio de su Hijo unigénito, y muchos eran inducidos a preguntar: «¿Qué debo hacer para ser salvo?» (Hech. 16: 30).— Los hechos de ios apóstoles, cap. 20, pp. 155-156, adaptado.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White

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