29 de Octubre | Exaltad a Jesús | Elena G. de White | La luz de la verdad

El fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos. 2 Timoteo 2:19.

Sin embargo, el fundamento de Dios está firme. El Señor conoce a los que son suyos… Dios mismo obrará en favor de Israel. Toda lengua mentirosa será silenciada. Manos de ángeles desbaratarán los designios engañosos que se están trazando. Los baluartes de Satanás nunca triunfarán. La victoria acompañará al mensaje del tercer ángel. Así como el Capitán de la hueste del Señor derribó los muros de Jericó, el pueblo que guarda los mandamientos del Señor triunfará y todos los elementos opositores serán derrotados. No se queje nadie de los siervos de Dios que han ido a ellos con un mensaje enviado del cielo. No sigáis buscando defectos en ellos, diciendo: “Son demasiado incisivos; hablan con demasiada energía”. Quizá estén hablando con mucha fuerza; ¿acaso no es necesario hacerlo? Dios hará que retiñan los oídos de los oyentes si no escuchan su voz o su mensaje. El denunciará a los que resistan la Palabra de Dios…

La purificación y la limpieza pasarán seguramente por cada una de las iglesias de nuestro país que han tenido grandes oportunidades y privilegios, y los han despreciado. Lo que necesitan no es más evidencia. Necesitan corazones puros y santificados para reunir y retener toda la luz que Dios ha dado, y entonces andarán en esa luz.

No necesitamos decir: “Los peligros de los últimos días pronto han de venir sobre nosotros”. Ya han venido. Necesitamos ahora la espada del Señor para que corte el alma y los tuétanos de las concupiscencias, los apetitos y las pasiones carnales. Ojalá que penetre hasta partir en mucho mayor grado de lo que hasta ahora lo ha hecho…

Me dirijo al pueblo de Dios que hoy retiene firme su confianza, que no se apartará de la fe que ha sido una vez dada a los santos, que está de pie en medio de las tinieblas morales de estos días de corrupción. La palabra del Señor a vosotros es ésta: “Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo”. ¿No podemos ver aquí el amor paternal de Dios expresado hacia aquellos que se mantienen aferrados a la fe en la justicia? Existe la más estrecha relación entre Dios y su pueblo. No solamente somos objeto de su misericordia llena de gracia, de su amor perdonador; somos más que esto. El Señor se regocija sobre su pueblo. El se deleita en sus hijos. El es su seguridad. Hermoseará con el espíritu de santidad a todos los que le sirven con corazón íntegro. Los reviste de justicia. Ama a los que hacen su voluntad, los que expresan su imagen. Todos los que son veraces y fieles se conforman a la imagen de su Hijo. En su boca no ha sido hallado engaño, porque son sin falta delante del trono de Dios.—Testimonios para los Ministros,  410,414-415.

 

DEVOCIONAL EXALTAD A JESÚS

Elena G. de White

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