227 de junio | Devocional: Hijos e Hijas de Dios | La honestidad

«Procuramos hacer lo correcto, no solo delante del Señor sino también delante de los demás». 2 Corintios 8: 21, NVI

EN TODAS NUESTRAS transacciones comerciales hemos de dejar que la luz resplandezca claramente. No puede haber prácticas dudosas. Todo debe ser hecho con estricta integridad. Consientan mejor en perder financieramente que en ganar algunos centavos mediante procedimientos objetables. No perderemos nada al final si actuamos correctamente. Es preciso practicar la ley de Dios en nuestro mundo, y perfeccionar un carácter de acuerdo con la semejanza divina. Todos los negocios, ya sea con los de nuestra fe como con quienes no la profesan, deben ser realizados de acuerdo con principios claros y rectos. Todo debe verse a la luz de la ley de Dios. Todo debe realizarse sin fraude, sin duplicidad, sin ni siquiera una sombra de engaño.— Manuscrito 47, 1898 (Comentario bíblico adventista, t. 3, p. 1176).

Por un manto babilónico y un miserable tesoro de oro y plata, Acán consintió en venderse al mal, trayendo sobre su vida la maldición de Dios, perdiendo una posesión en Canaán, y toda la perspectiva de una futura herencia inmortal en la tierra nueva. ¡Realmente pagó un precio espantoso por su ganancia mal habida!.— Sigas of the Times, 5 de mayo de 1881.

Hermanos, actúen honrada y correctamente en este malvado mundo. Algunos serán honrados cuando vean que la honradez no pone en peligro sus intereses mundanales; pero todos los que actúen de acuerdo con este principio verán que sus nombres serán borrados del libro de la vida. Hemos de ser honrados a carta cabal. Pasamos por el mundo solo una vez. No podemos volver atrás para deshacer ningún error. Por lo tanto debiéramos actuar siempre en el temor de Dios y con la máxima prudencia. […]

Cuando el Señor haya apartado a los suyos —los íntegros, los incorruptibles, los honestos—, serán su tesoro escogido. Los ángeles están preparando para ellos coronas engastadas con piedras preciosas sobre las cuales se reflejarán la gloriosa luz del trono de Dios en todo su esplendor.— Review and Herald, 29 de diciembre de 1896.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS

Elena G. de White

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