26 de septiembre | La fe por la cual vivo | Elena G. de White | La vestidura real

Aun el muchacho es conocido por sus hechos, si su obra fuere limpia y recta. Proverbios 20:11.

“Algo mejor que cualquiera otra herencia de bienes mundanos que podéis dar a vuestros hijos, son una buena salud física, una mente sana y un carácter noble.”—El Ministerio de Curación, 345.
“Las lecciones aprendidas, los hábitos formados durante los años de la niñez y de la infancia, tienen más que ver con la formación del carácter y la dirección de la vida que todas las instrucciones y que toda la educación de los años subsiguientes.”—Ibid. 359.
“Enséñese a los jóvenes y niños a escoger para sí la vestidura real tejida en el telar del cielo, el ‘lino fino blanco … y puro’ que usarán todos los santos de la tierra. Se ofrece gratuitamente a todo ser humano esta vestidura, el carácter inmaculado de Cristo. Pero todos los que la reciban la han de recibir y usar aquí.
“Enséñese a los niños que, al abrir su mente a los pensamientos de pureza y amor, y ejecutar acciones útiles y amables, se visten con la hermosa vestidura del carácter de Cristo. Este traje los hará hermosos y amados aquí, y más adelante será su título de admisión al palacio del Rey. Su promesa es: ‘Andarán conmigo en vestiduras blancas; porque son dignos.’”—La Educación, 243.
“Tanto en la niñez como en la juventud se debe prestar atención al desarrollo físico. Los padres debieran inculcar en sus hijos buenos hábitos en el comer, en el beber, en el vestir y en el ejercicio de modo que se ponga un buen fundamento para una salud vigorosa para el resto de sus vidas…. Esto, con la debida educación religiosa, los colocará en situación favorable para ser, como Cristo, fuertes en espíritu.”—Child Guidance, 187.

DEVOCIONAL LA FE POR LA CUAL VIVO
Elena G. de White

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