25 de junio | Devocional: Hijos e Hijas de Dios | Ser sabio de verdad

«Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella». Proverbios 8: 11, RVA

SI ADÁN Y EVA NUNCA HUBIERAN tocado el árbol prohibido, el Señor les hubiera impartido sabiduría y conocimiento sin mancha de pecado, sabiduría que les habría proporcionado alegría eterna. El único conocimiento que obtuvieron por su desobediencia fue el del pecado y sus consecuencias. […]

A lo largo de los siglos, la curiosidad ha inducido a los seres humanos a buscar el árbol de la sabiduría, y a menudo piensan que están cosechando los frutos más esenciales, cuando, a semejanza de la investigación de Salomón, descubren que todo es completa vanidad, en comparación con la ciencia de la verdadera santidad que les abrirá los portales de la ciudad de Dios. La ambición humana ha estado buscando esa clase de sabiduría que ofrecerá gloria, exaltación propia y supremacía. De ese modo obró Satanás sobre Adán y Eva, hasta que las restricciones del Creador fueron dejadas de lado, y comenzó su educación bajo el maestro de mentiras, a fin de que pudieran tener el conocimiento que el Señor les había rehusado.— (Austraíasian) Union Conference Record, 1 de marzo de 1904 (Comentario bíblico adventista, t. 1, p. 1097).

La verdadera sabiduría es un tesoro tan duradero como la eternidad. Muchos de los que el mundo llama sabios y entendidos lo son solamente en su propia estima. Contentos con las adquisiciones de la sabiduría mundanal, nunca entran en el jardín de Dios, para llegar a relacionarse con los tesoros de sabiduría contenidos en su Santa Palabra. Considerándose sabios, son ignorantes con respecto a la sabiduría que todos deben tener para alcanzar la vida eterna. […]

El iletrado, que conoce a Dios y a Jesucristo, está en posesión de una sabiduría superior a la de cualquier personaje de gran cultura pero que no acepta la instrucción divina.— Manuscrito 33, 1911 (Comentario bíblico adventista, t. 3, p. 1174).

La sabiduría divina tiene que ser la que ilumine nuestro camino. […] Todo lo que pueda ser zarandeado, será zarandeado; pero fundamentados en la verdad y aferrados a ella, permaneceremos tan firmes como la roca que no puede ser movida de su posición por nada ni por nadie.— The Youth’s Instructor, 2 de febrero de 1893.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS

Elena G. de White

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