2 de septiembre | Hijos e Hijas de Dios | Elena G. de White | Por ahí se empieza

«Los dos eran justos delante de Dios y obedecían los mandatos y leyes del Señor de manera intachable». Lucas 1: 6, DHH

AL ESTABLECER UNA RELACIÓN con Cristo, no hacemos sino volver a la relación con Dios que ya se nos había señalado. […] Nuestro primer deber es hacia nuestros hijos y nuestra familia. Nada puede excusamos por descuidar el círculo de nuestros más allegados para atender el extemo más amplio.
En el día del juicio final […] se les preguntará a los padres y a las madres qué hicieron para asegurar la salvación de los que ellos se hicieron responsables trayéndolos al mundo. ¿Descuidaron sus hijos dejándolos al amparo de extraños? […] Una gran cantidad de buenas obras no cancelaría la deuda que tendrían ante Dios por descuidar a sus hijos. El bienestar espiritual de tu familia está en primer lugar.— General Conference Bulletin, pp. 34-35 (1899).
Siempre que cumplamos con la responsabilidad que tenemos, Dios nos bendecirá y escuchará nuestras oraciones. Hay demasiada gente que realizan obra misionera fuera del hogar, mientras que en su propia casa no están haciendo nada en ese sentido, y como consecuencia de ese descuido, su hogar se encamina a la ruina. […] El primer trabajo misionero consiste en cuidar de que el amor, la luz y el gozo reinen en el hogar. No tratemos de realizar alguna gran campaña en favor de la temperancia, o alguna gran empresa misionera, antes de cumplir con los deberes hacia nuestro hogar.
Cada mañana debiéramos preguntamos: ¿Qué acto bondadoso puedo realizar hoy? ¿Qué palabra tierna puedo pronunciar? Las palabras bondadosas en la intimidad del hogar son como los rayos del sol. El esposo necesita de ellas, como también las necesitan la esposa y los niños. […] Todo el mundo debiera aspirar a conseguir que exista en su hogar el ambiente del cielo tanto como sea posible. Debiéramos ser justos antes de ser generosos. Necesitamos hogares espirituales, hogares agradecidos.— Review and Herald, 23 de diciembre de 1884.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White

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