19 de mayo | Devocional: Hijos e Hijas de Dios | Frente a las autoridades

«Jesús le contestó: “Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, tendría gente a mi servicio que pelearía para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí”». Juan 18: 36, DHH

HOY EN EL MUNDO RELIGIOSO hay quienes creen estar trabajando para el establecimiento del reino de Cristo como dominio temporal y terrenal. Desean hacer de nuestro Señor el Rey de los gobiernos de este mundo, el Juez de sus tribunales y el Caudillo de sus ejércitos, de sus asambleas legislativas, sus palacios y fortalezas. Esperan que reine por medio de promulgaciones legales, impuestas por autoridad humana. Como Cristo no está aquí en persona, ellos mismos quieren actuar en su lugar ejecutando las leyes de su reino. El establecimiento de semejante reino es lo que los judíos deseaban en los días de Cristo. Habrían recibido a Jesús si él hubiera estado dispuesto a establecer un dominio temporal. […] Pero él dijo: «Mi reino no es de este mundo» (Juan 18: 36). No quiso aceptar el trono terrenal.

El gobierno bajo el cual Jesús vivía era corrompido y opresivo; por todos lados había abusos clamorosos: extorsión, intolerancia y crueldad abusiva. Sin embargo, el Salvador no intentó reformas civiles, no atacó los abusos nacionales, ni condenó a los enemigos nacionales. No intervino con la autoridad ni en la administración de los que estaban en el poder. El que era nuestro ejemplo se mantuvo alejado de los gobiernos terrenales. No porque fuera indiferente a los males de la sociedad, sino porque el remedio no consistía en medidas simplemente humanas y externas. Para ser eficiente, la cura debía alcanzar a los seres humanos individualmente, y debía regenerar el corazón.— El Deseado de todas las gentes, cap. 55, pp. 480-481.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS

Elena G. de White



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