19 de diciembre | La fe por la cual vivo | Elena G. de White | El eterno peso de gloria

Porque lo que al presente es momentáneo y leve de nuestra tribulación, nos obra un sobremanera alto y eterno peso de gloria. 2 Corintios 4:17.

“Se me mostró la gloria del cielo y los tesoros que esperan a los fieles. Todo era bello y esplendente. Los ángeles entonaron una hermosa canción, luego cesaron de cantar y tomando las coronas de sus frentes las depositaban a los pies del amante Jesús y con voces melodiosas cantaban: ‘Gloria, aleluya.’ Me uní a sus cantos de alabanzas y honor al Cordero, y cada vez que abría los labios para alabarlo me embargaba una inexplicable sensación de la gloria que me rodeaba. Era un sobremanera alto peso de gloria. El ángel dijo: ‘El pequeño remanente que ama a Dios y guarda sus mandamientos y permanece fiel hasta el fin, disfrutará de esta gloria y estará para siempre en la presencia de Jesús y cantará con los santos ángeles.’

“Luego mis ojos se apartaron de la gloria y se me hizo contemplar el remanente sobre la tierra. El ángel les dijo … ‘Preparaos, preparaos. Debéis adquirir una mayor preparación de la que ahora tenéis, porque el día del Señor se acerca con ira y gran enojo para poner la tierra en soledad y raer de ella a los pecadores. Sacrificad todo a Dios. Poned todo sobre su altar: el yo, las propiedades y todo lo que tenéis como un sacrificio vivo. Entrar en la gloria costará la entrega de todo. Haceos tesoros en el cielo…. Debéis ser participantes de los sufrimientos de Cristo aquí si queréis ser participantes de su gloria en el más allá.’

“El cielo resultará muy barato aun si lo obtenemos por medio del sufrimiento. Debemos negarnos a nosotros mismos a lo largo del camino … y mantener siempre en vista su gloria.”—Early Writings,  66,67.*

 

DEVOCIONAL ADVENTISTA

LA FE POR LA CUAL VIVO

Elena G. de White

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