18 de septiembre | Una religión radiante | Elena G. de White | Cristo, nuestro líder

«Con alabanza y agradecimiento entonaron el siguiente canto al Señor: “¡Él es tan bueno! ¡Su fiel amor por Israel permanece para siempreP’. Luego todo el pueblo dio unfuerte grito, alabando al Señor, porque se habían echado los cimientos del templo del Señor. […J Los gritos de alegría se mezclaron con el llanto y produjeron un clamor que podía oírse a gran distancia». Esdras 3: 11-13, NTV

UNA nota discordante se mezclaba con la música y los gritos de júbilo que se oían en aquel día feliz. «Muchos de los sacerdotes, levitas y jefes de familia, ancianos que habían visto la primera casa, al ver como echaban los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz» (Esd. 3: 12). […] En vez de regocijarse, albergaron pensamientos de descontento y desánimo. Habían visto la gloria del templo de Salomón y se lamentaban por la inferioridad del edificio que se estaba construyendo. […]
Si los que no se alegraron cuando se colocó la piedra fundamental del templo hubieran conocido de antemano los resultados de su falta de fe en aquel momento, se habrían horrorizado. No se daban cuenta en lo más mínimo de los efectos de sus manifestaciones de desaprobación y desencanto; ni se percataban de cuánto iba a retrasar la terminación de la casa de Dios el descontento que habían expresado. […]
Había sin embargo, en la congregación, muchas personas cuya fe y visión más amplias les permitieron considerar esta gloria menor sin tanto descontento. «Muchos daban grandes gritos de alegría. No se podía distinguir el clamor de los gritos de alegría de las voces del llanto, porque clamaba el pueblo con gran júbilo y el mido se oía hasta de lejos» (vers. 12-13).— Profetas y reyes, cap. 45, pp. 376-377, adaptado.

DEVOCIONAL ADVENTISTA
UNA RELIGIÓN RADIANTE
Reflexiones diarias para una vida cristiana feliz
Elena G. de White

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