16 de marzo | Devocional: Hijos e Hijas de Dios | Humildad y mansedumbre

«Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su camino». Salmo 25: 9, RV77

ES NECESARIO QUE APRENDAMOS la determinante lección de lo que significa para Dios ser un siervo suyo. Implica ser semejante a Jesús, «manso y humilde de corazón» (Mat. 11: 29), y defender los intereses del prójimo con el mismo fervor que los propios. […] Esto debiera ser en todo momento así, con nuestro estilo de vida y nuestra actuación, manifestando que no hemos sido indiferentes ni alumnos negligentes en la escuela de Cristo.— Carta 16, 1886.
No puede existir el egoísmo en un corazón en el cual mora Cristo. Si lo conservamos en el corazón, el egoísmo acabará por desplazar todo lo demás. El egoísmo nos induce a seguir la inclinación en lugar del deber, a hacer del yo nuestra idea dominante, y a complacemos a nosotros mismos en lugar de tratar de ser una bendición para los demás. Para el egoísta conseguir lo que desea y sus placeres constituyen su prioridad.
La verdadera felicidad se encuentra, no en la complacencia propia, sino en aprender de Cristo. […] Los que confían en su propia sabiduría y siguen sus propios caminos, no paran de quejarse, porque la carga que les impone el egoísmo les resulta agobia- dora. […]
Jesús ama a los jóvenes y su anhelo es que gocen de esa paz que él solo puede dar. Los insta a aprender de su mansedumbre y humildad de corazón. Estas virtudes se ven raramente entre los jóvenes de hoy en día, incluso en muchos que profesan ser cristianos. Sus propios caminos les parecen rectos. Al aceptar el nombre de Cristo no aceptan su carácter; […] por lo tanto, no pueden llegar a conocer el gozo que se encuentra en servirle.— The Youth’s Instructor, 21 de noviembre de 1883.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White

(1649)

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