16 de diciembre | Hijos e Hijas de Dios | Elena G. de White | Viene en gloria y majestad

«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; entonces apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda». Mateo 25: 31-33

NINGÚN LENGUAJE HUMANO puede describir las escenas de la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo en las nubes de los cielos. […] El vendrá cubierto con el manto de luz que ha usado desde los días de la eternidad. Los ángeles lo acompañarán. A su paso lo escoltarán millares de millares y millones de millones de ellos. Se oirá el sonido de la trompeta, llamando del sepulcro a los muertos que están durmiendo. La voz de Cristo penetrará en la tumba y atravesará los oídos de los difuntos, y «todos los que están en los sepulcros […] saldrán» (Juan 5: 28).— Review and Herald, 15 de septiembre de 1899.
Cristo viene con gran poder y gloria. Lo hace con su propia gloria y la del Padre. Y a su paso lo asistirán los santos ángeles. Mientras todo el mundo esté sumido en las tinieblas, habrá luz en todos los hogares de los santos. Captarán el primer resplandor de su segunda aparición. De su gloria se desprenderá luz inmarcesible, y Cristo, el Redentor, será admirado por todos los que lo han servido. Mientras los impíos huyen, los seguidores de Cristo se regocijarán en su presencia.— Profetas y reyes, cap. 59, p. 487.
El pueblo de Dios no puede recibir el reino antes de que se realice el advenimiento personal de Jesús. […] En su estado presente el ser humano es mortal, corruptible; pero el reino de Dios será incorruptible y sempiterno. Por lo tanto, en su estado presente nadie puede entrar en el reino de Dios. Pero cuando venga Jesús, concederá la inmortalidad a su pueblo; y luego nos llamará a poseer el reino, del que hasta aquí solamente hemos sido presuntos herederos.— Manuscrito 92, 1902.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White

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