14 de diciembre | Hijos e Hijas de Dios | Elena G. de White | Se cierra la gracia

«Deja que el que hace el mal, siga haciendo el mal; que el impuro, siga siendo impuro; que el justo, siga practicando la justicia; y que el santo, siga siendo santo». Apocalipsis 22: 11, PDT

TODOS LOS QUE QUIERAN conservar sus nombres en el libro de la vida, deberían ahora, en los pocos días que restan de su vida, afligir sus almas ante Dios con dolor por el pecado y con verdadero arrepentimiento. Es preciso que hagamos un sincero y profundo examen de conciencia. La superficialidad y la frivolidad, a la que se entregan tantos profesos cristianos, han de ser desechadas.
A todos los que quieran someter las malas tendencias que luchan por obtener la supremacía, les aguarda una dura lucha. La obra de preparación es labor de cada cual. No nos salvamos en grupo. La pureza y la devoción de uno no suplirán el deseo que tenga otro por adquirir esas cualidades. […] Cada uno ha de ser probado y hallado «sin mancha ni arruga ni cosa semejante» (Efe. 5: 27).
Tremendamente solemnes son las escenas relacionadas con la obra final de la expiación. Los intereses implicados en ella son absolutamente trascendentales. En la actualidad se está llevando a cabo el juicio en el santuario celestial. […] Nuestras vidas serán juzgadas ante la temible presencia de Dios. […]
Cuando concluya la obra del juicio investigador, el destino de cada ser humano habrá sido decidido para vida o para muerte. El tiempo de prueba finalizará poco tiempo antes de que aparezca el Señor en las nubes de los cielos. […]
Es gravísima la situación de quienes, cansados de tanto aguardar vigilantes, se vuelven al mundo. Mientras el hombre de negocios esté absorbido en procura de ganancias, mientras el amador de placeres ande complaciéndose, mientras los seguidora de la moda esté procurando ir a la última, el Juez de toda la tierra habrá pronunciado tal vez en ese mismo momento su sentencia: «Has sido pesado en balanza y hallado falto» (Dan. 5: 27).— Revieiv and Herald, 9 de noviembre de 1905.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White

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