12 de junio | Devocional: Una religión radiante | Revitalizar a todos

«De este modo, por la voluntad de Dios, llegaré a ustedes con alegría y podré descansar entre ustedes por algún tiempo». Romanos 15: 32, NVT

TODOS LOS QUE PROFESAN SER hijos de Dios deben recordar que en el cumplimiento de la misión tendrán que relacionarse con toda clase de personas: refinadas y toscas, humildes y soberbias, religiosas y escépticas, educadas e ignorantes, ricas y pobres. No es posible tratar a todas esas mentalidades del mismo modo y, no obstante, todo el mundo necesita comprensión y afecto. Mediante el trato mutuo, nuestra mentalidad se pulirá y refinará. Dependemos unos de otros, unidos como estamos por los vínculos de la fraternidad humana.

«Habiéndonos formado el cielo para que dependiéramos unos de otros, el amo, el siervo o el amigo, el uno al otro nos pedimos ayuda, para que la flaqueza del uno venga a ser la fuerza de todos».

Por medio de las relaciones sociales el cristianismo se da a conocer al mundo. Todo hombre y toda mujer que haya aceptado la divina luz tiene el deber de iluminar el tenebroso sendera de aquellos que no conocen el buen camino. Nuestra influencia social, santificada por el Espíritu de Cristo, ha de servir para conducir almas al Salvador. Cristo no tiene que permanecer oculto en nuestro corazón codiciado como un sublime y deseable tesoro, para que de él goce yo y nadie más. Cristo debe ser en nosotros «una fuente de agua que fluya para vida eterna» (Juan 4: 14, RVC) y revitalice a todos los que se relacionen con nosotros.— El ministerio de curación, cap. 41, p. 356, adaptado.

MI RELEXIÓN PERSONAL

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UNA RELIGIÓN RADIANTE

Reflexiones diarias para una vida cristana feliz

Elena G. de White

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