12 de diciembre | Mi vida Hoy | Elena G. de White | No habrá más pecado

Y no habrá más maldición; sino que el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán. (Apoc. 22:3)

Desaparece todo rastro de la maldición…Sólo queda un recuerdo: nuestro Redentor llevará siempre las señales de su crucifixión. En su cabeza herida, en su costado, en sus manos y en sus pies se ven las únicas huellas de la obra cruel efectuada por el pecado. El profeta, al contemplar a Cristo en su gloria, dice: «Su resplandor es como la luz, y salen de su mano rayos de luz; y allí mismo está el escondedero de su poder.» Sus manos y costado heridos de donde manó la corriente purpurina que reconcilió el hombre con Dios—allí está la gloria del Salvador, —allí mismo está el escondedero de su poder.» «Poderoso para salvar» por el sacrificio de la redención, era por consiguiente fuerte para ejecutar la justicia para con aquellos que despreciaron la misericordia de Dios. Las marcas de su humillación son su mayor honor; al través de las edades eternas, las llagas del Calvario proclamarán su alabanza y declararán su poder…
Llegó el momento por el cual suspiraban los santos desde que la espada de fuego expulsó a la primer pareja del paraíso—el tiempo de «la redención de la posesión adquirida.» La tierra dada al principio al hombre para que fuera su reino, entregada alevosamente por él a manos de Satanás, y conservada durante tanto tiempo por el poderoso enemigo, ha sido recuperada mediante el gran plan de la redención. Todo lo que se había perdido por el pecado, ha sido restaurado…El propósito primitivo que tenía Dios al crear la tierra se cumple al convertirse ésta en la morada eterna de los redimidos. «Los justos heredarán la tierra, y habitarán para siempre en ella». (CS:732-733)
Entonces gozaremos con él todas las glorias del mundo venidero por los siglos infinitos de la eternidad…No hay nada perturbador ni enojoso en el reino de Dios. Esta es la vida que se promete al vencedor: una vida de felicidad y paz, de amor y belleza…No hay pecado, ni preocupación aflictiva, nada que pueda turbar la paz de los habitantes. (ST, 10-11-1887)

DEVOCIONAL MI VIDA HOY
Reflexiones para cada día
Elena G. de White

(1758)

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Devocional, Mi vida Hoy

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