11 de mayo | Devocional: Hijos e Hijas de Dios | La luz del mundo

«Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: (Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”». Juan 8:12, MVI

ERA DE MAÑANA; el sol acababa de aparecer sobre el Monte de los Olivos, y sus rayos caían con deslumbrante brillo sobre los palacios de mármol, e iluminaban el oro de las paredes del templo, cuando Jesús, señalándolo, dijo: «Yo soy la luz del mundo» (Juan 8: 12).

Mucho tiempo después estas palabras fueron repetidas y escritas por uno que las escuchó, en aquel sublime pasaje: «En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres» (Juan 1: 4).— El Deseado de todas las gentes, cap. 51, p. 438.

Los seguidores de Cristo han de ser más que una luz entre las gentes. Son la luz del mundo. A todos los que han aceptado a Jesús, él les dice: «Ustedes se han entregado a mí, y yo los envío al mundo como mis representantes». Así como el Padre lo había enviado al mundo, Cristo declara: «Los he enviado al mundo» (Juan 17: 18). Como el Señor Jesús era el medio de revelar al Padre, hemos de ser los medios de revelar a Cristo. Aunque el Salvador es la gran fuente de luz, no olviden, cristianos, que se revela a través de ustedes. […] Los ángeles de gloria están listos para comunicar por su intermedio la luz y el poder del cielo a las almas que perecen. […] Si Cristo habita en el corazón, es imposible ocultar la luz de su presencia.— El discurso maestro de Jesucristo, cap. 2, pp. 67-68.

Cuando la Luz del mundo llega, todas las dificultades se convierten en privilegios, y la confusión en orden, y el éxito y la sabiduría de Dios surgen de lo que pareció fracaso.— Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 258.

Los dones de la luz y la vida nos llegan juntos.— Carta 264, 1903.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS

Elena G. de White



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