11 de diciembre | Hijos e Hijas de Dios | Elena G. de White | Aguardando anhelantes su venida

«Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable y esperando ansiosamente la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán con el calor de las llamas». 2 Pedro 3: 11-12, NVI

MUCHOS QUE DICEN ESTAR ESPERANDO la pronta venida de Cristo, se están conformando a este mundo, y buscan con más ahínco el aplauso de quienes los rodean que la aprobación celestial. […] Muchos de esos profesos cristianos se visten, hablan y actúan como los mundanos, y por lo único que pueden ser identificados es por lo que afirman ser. Aunque profesan estar esperando a Cristo, su conducta no está de acuerdo con los designios celestiales, sino con los terrenales.
El camino al cielo es angosto. Hay zarzas y espinas en la senda; pero podemos tran- sitar por ella con alegría, sabiendo que Jesús, el Rey de gloria, pasó ahí mismo antes que nosotros. Nos regocijaremos de poder seguir sus pisadas, y de ser copartícipes con él de sus sufrimientos, para poder participar finalmente de su gloria. […]
¿Qué importa si los reproches se amontonan sobre mí, aun por parte de aquellos que profesan estar esperando al Señor? […] ¿Me lamentaré, cuando sé que Jesús sufrió las burlas y el escarnio de su propio pueblo? […] No, no me lamentaré; al contrario, me regocijaré con gran gozo por haber sido considerado digno de sufrir por causa de Cristo, pues mi recompensa será en el cielo. Solamente permítanme tener una herencia en la gloria, y eso será suficiente. […]
Esfuércense por ser realmente semejantes a Cristo, y que su forma de vestir y su estilo de vida, así como y sus actitudes y acciones den testimonio de «que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria» (Col. 1: 27, RVC), y que están aguardando el cumplimiento de la bendita esperanza y gloriosa aparición del Señor Jesús. […]
Mis afectos, intereses, tesoros, todo está en el mundo de luz del porvenir. Ansio ver al Rey en su hermosura.— Review and Herald, 10 de junio de 1852.

DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White

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